Con propuestas que más parecieran provenir de un aprista de Viejo Cuño, en medio de gran expectativa, el comandante Ollanta Humala entregó su primer mensaje a la nación.
En forma inesperada Ollanta plantea la formación del Congreso Económico Nacional, primigenio anhelo de Haya de la Torre para dirigir nuestras finanzas con la participación de todos los sectores. El CEN se moldeará en base y reemplazo del Acuerdo Nacional firmado por todos los partidos y organizaciones sociales de nuestra patria. Víctor Raúl tiene que haberse acomodado mejor en su tumba, reponiéndose de lo renegado y corrido a la derecha que resultó su pupilo Alan García.
Antes de esto provocaría gran conmoción en el hemiciclo la caprichosa juramentación de Humala y sus vicepresidentes, referidas a una voluntad de regresar a la constitución del 79 firmada por Haya de la Torre. Algo que todos sabemos imposible y que más bien podemos calificar como un busca pleitos echado al piso para una primaria demarcación de territorio, a la vez que una firme decisión, eso sí, de cambios constitucionales vía Congreso de la República, buscando un “nuevo contrato social”.
Luego, las propuestas que se supone darán inicio a la tan publicitada Inclusión Social. La prometida pensión 65 y el reforzamiento de los programas sociales de ayuda a las madres y niños en su primera edad, fueron superados por la otra grande de proveer a los colegios de desayuno y almuerzo para sus alumnos. Esta última iniciativa consideramos es de vital importancia cumplir al pie de la letra, pues a la vez que neutralizará la deserción escolar debe lograr frenar el rush de la delincuencia en los últimos años.
Al ratificar el respeto a los tratados de libre comercio TLC, a la institucionalidad y seguridad jurídica, ratificando la decisión de continuar en la vía del crecimiento económico frenado en esta primera mitad del año, y demás opciones previstas en la denominada hoja de ruta presentada antes de la segunda vuelta, vienen a dar seguridad a los inversionistas y tranquilidad a los mercados, por lo que se espera que las primeras medidas de cambio de gobierno sean lubricante para los engranajes de la producción nacional.
El tema de la búsqueda de un estado inversor y participativo quizá cree dudas en algún sector de élite, y talvez el mayor resquemor venga por el lado del cobro de impuestos a las sobre ganancias de las compañías del rubro energía y minas. Sin embargo el tubo de ensayo que significó la experiencia boliviana en este sector nos da tranquilidad pues ninguna de las empresas “afectadas” se retiró del altiplano.
Lo que si deja honda preocupación es la inyección de dinero que se le quiere dar a ingeniería de las fuerza armadas y la resurrección del Servicio Industrial de la Marina SIMA, pues nuestras instituciones tutelares desde la época de Velasco, pasando por Montesinos y hasta nuestros días son emblema de corrupción.
En suma un mensaje de esperanza que dará de todas maneras prioridad a los más necesitados, buscando ese esperado “momento ayllu” de la historia, que mediante la inclusión social consiga sacarnos del subdesarrollo y la extrema pobreza.